Estando como estamos acostumbrados a todo tipo de noticias, nadie puede mostrarse sorprendido con las últimas informaciones transmitidas desde Cabo Cañaveral relacionadas con el aparente hallazgo de restos de chatarra pertenecientes a un Opel Corsa de procedencia incierta sobre la superficie gaseosa de Neptuno.
Numerosas conjeturas se han hecho desde entonces teniendo en consideración el argumento del periastro (265.646853º) o la excentricidad (0,0085887) pero pocas han sido las que se han atrevido a tomar como base para la resolución del enigma la cuando menos curiosa inclinación del gigante exterior de nuestro sistema solar. Siendo esta inclinación de 1.767975º a la Eclíptica, 6.43º al Ecuador del Sol y de 0.72º al Plano Invariable, no resulta anómala la aparición de restos ya desguazados del vehículo fabricado en su día por la alemana Opel.
Teniendo en cuenta que los modelos del Opel Corsa (tanto el de 3 puertas como el de 5) se fabricaron fundamentalmente en la factoría zaragozana de Figueruelas, nuestras sospechas acerca de que existe algún tipo de relación entre la inclinación de Neptuno y la aparición de los restos del vehículo comienzan a confirmarse…
¿No resulta demasiada coincidencia que el municipio maño se encontrara ubicado a 41º45’59.7204″ N y a 1º10’31.443″O mientras el planeta Neptuno completaba su primera vuelta al Sol el 11 de julio de 2011, fecha en la que además nacieron Góngora y Yul Brinner?
Evidentemente, esta conjunción no puede ser fruto de la casualidad sino que ha de obedecer necesariamente a un cúmulo de factores interrelacionados, ninguno de los cuales explicaría por sí solo el hallazgo de la chatarra pero que, tomados en su conjunto servirían como prueba determinante para esclarecer tal descubrimiento.
Cuestión distinta hubiera sido la aparición de las caras de Bélmez sobre la superficie de Neptuno dado que el tercio exterior resulta de una mezcla de gas caliente compuesto de hidrógeno, helio, agua y metano.
Una vecina de Bélmez, María GÓMEZ CÁMARA, afirmó que un 23 de agosto, mientras cocinaba en el suelo de cemento de su casa, una gran mancha con aspecto de rostro humano iba tomando forma y salió a avisar a sus vecinas. Cinco días después de este importante suceso (el episodio paranormal más importante del siglo XX) el albañil Sebastián Fuentes León echó yeso sobre la cara después de haber raspado previamente la imagen. Sin embargo la cara reapareció algunos días más tarde. Era un rostro de varón con bigote, con los ojos y la boca abiertos. En los días siguientes aparecieron en el suelo de la cocina y por el pasillo de la casa más rostros que se iban añadiendo al inicial, que aparecían y desaparecían, se desplazaban o se transformaban en otros, como si el hogar de María GÓMEZ CÁMARA fuera un recinto ferial.
Rápidamente, grupos internacionales de investigación de alta especialización en este tipo de eventos se pusieron manos a la obra y descubrieron que un fenómeno similar había tenido lugar en la superficie de Neptuno y que dicho fenómeno se había mantenido hasta el año 1994, fecha en la que desapareció. Se trataba de la Gran Mancha Oscura, que igual que vino se fue pese a tener un tamaño similar al de nuestro planeta Tierra.
No resulta por ello extraño que en nuestros días, adentrándonos en la segunda década del siglo XXI, hayan sido restos de chatarra de un Opel Corsa los descubiertos sobre el último de los planetas de nuestro sistema solar. Máxime si tenemos en cuenta que son varios los desguaces que ejercen su actividad en Bélmez, pequeña población cordobesa que no llega a los 4.000 habitantes.
Fernando FERNÁNDEZ PERDICES